Se le escuchó a nuestro alcalde, Sr. Lanzarote, tratando de justificar el por qué debe cambiarse el nombre de la calle Vergara, que los salmantinos nada tenemos que ver con la batalla, la victoria de Vergara, sino que habría que homenajear al denominado Príncipe de Vergara, el general Espartero, que acabó con las guerras carlistas y restauró la dinastía borbónica.
Será justificante, pero parece que en Historia de España se yerra, ya que lo de Vergara no fue una batalla, sino un famoso Convenio, e incluso un simbólico abrazo que se dieron los contendientes encabezados por Espartero y Maroto.
Desde luego, con tal acontecimiento no se terminaron las guerras carlistas, pues todavía vendrían una segunda, una tercera, y hasta un cierto eco en 1936…
Y así, los que se arreglaron en Vergara eran todos partidarios de dinastías borbónicos, tanto el bando isabelino como el bando carlista.
En cambio, quien le concedió a Espartero el título de Príncipe de Vergara, treinta años después de aquel acontecimiento, fue Amadeo de Saboya, durante su breve reinado.
Eso sí, hemos pasado de la castiza y conocida por todos en Salamanca como la calle Vergara, de la "Prospe", a la liada y muy larga Príncipe de Vergara, que lo mismito se llama la del barrio de Salamanca en Madrid, como que se confunde en correos con la calle príncipe del barrio Vidal.
(La primera foto es de Venancio Gombau, de principios del s. XX, de un vehículo de vapor de "Hijos de Mirat" y la segunda es una toma, desde globo areostático, de nuestro barrio a finales del s. XIX)
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